Ancestralmente los médicos y filósofos le han dado importancia al corazón como un centro neurálgico de nuestro ser. También coloquial y metafóricamente le damos importancia con expresiones como “he tenido una corazonada” (cuando intuimos algo), “tengo el corazón contento” (cuando estamos alegres), “me duele el corazón” (cuando nos sentimos tristes por una pérdida, por ejemplo), etc.

Las investigaciones recientes demuestran que esto no es solo verdad metafóricamente, sino que el corazón es el centro neurálgico que regula los ritmos fisiológicos del cuerpo, a través del ritmo cardíaco. Se sabe que alrededor del 60/65% de las células del corazón son células neuronales, iguales que las que tenemos en la cabeza, que secreta sus propias hormonas y neurotransmisores, que tiene vías de enlace directo con el cerebro, etc. De ahí la expresión que actualmente se utiliza que dice que “el corazón tiene cerebro”.